miércoles, 6 agosto, 2025
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El número de choferes de Uber crece en Comodoro al ritmo de los despidos, pero la demanda de viajes se derrumba

La crisis económica nacional, los despidos en el sector petrolero y el aumento del costo de vida están impactando en múltiples actividades en Comodoro Rivadavia. Una de las más golpeadas es la del transporte informal a través de plataformas digitales. 

Uber, vista en otro momento como una salida laboral flexible y rentable, hoy está saturada de conductores y con una demanda en descenso. La aplicación de viajes no está legalizada, pero fue adoptada como alternativa de vijae para muchos vecinos de la ciudad. Sin embargo, muchos de sus choferes advierten que el trabajo cayó mucho en el último tiempo.

“Eso es una realidad, se nota. Yo hace cinco años que laburo de esto y conozco a la mayoría de los chicos. Antes incluso de que existiera la aplicación, ya muchos estaban en la calle. Pero ahora, con los despidos, la oferta de choferes creció de forma abismal”, asegura José Luis, chofer con cinco años de experiencia en la aplicación, en diálogo con ADNSUR.

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Uber no está legalizada en la ciudad, pero fue adoptada por muchos usuarios.

Ilustrativa-El Diario Web

Desde hace tres meses, dice, todo cambió: “Cuando empezaron los despidos en el petróleo, empezamos a ver autos nuevos en la calle. Gente que usa la indemnización para comprar un auto y empezar a trabajar. Porque Uber te deja entrar fácil: con certificado de antecedentes penales y un auto de cuatro puertas, ya estás laburando”.

La facilidad para ingresar a la plataforma es, para muchos, una salvación inmediata frente a un mercado laboral que no da respuestas. José Luis sabe de lo que habla: trabajaba en el sector petrolero y quedó fuera por una discapacidad. “Me dijeron que no tenían un puesto acorde a mi nuevo estado físico. Así que salí a buscar y terminé primero como fletero, y después empecé con Uber. De eso vivo con mi señora”.

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Pero vivir de Uber ya no es lo que era. “Conseguís un viaje y es para comer, pero si te toca arreglar el auto, no llegás. Me incluyo. A veces tenés que hacer otra cosa para volver a salir a la calle. Mantener el auto cuesta un montón. Cubiertas, servicio, todo. Un arreglo mínimo te sale 200.000, 250.000 pesos”.

Hoy, el ingreso no alcanza. “Una persona laburando en Uber gasta un millón de pesos al mes, incluyendo todos los costos. Y la cantidad de viajes bajó muchísimo. No llevo contabilidad, pero hago menos de la mitad de los viajes que hacía antes. Paso mucho más tiempo parado. Ahora mismo llevo 25 minutos esperando en el centro”, detalla.

Además, la competencia interna es feroz. “La aplicación tira un viaje, y el primero que lo agarra, se lo queda. Es tanta la cantidad de choferes que a veces no llegás ni a ver el pedido”, agrega José Luis.

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El fenómeno se retroalimenta. A la falta de trabajo, se suma el crecimiento de Uber como medio de ingreso adicional. “Hay docentes, policías, gente de salud, municipales… todos hacen Uber después de sus horarios. Todo el mundo trata de sumar algo más, y eso también nos afecta a los que vivimos de esto”, cuenta el ex trabajador petrolero.

LA CAÍDA DE LA DEMANDA: “EL BOLSILLO MANDA”

Pero no es solo la sobreoferta lo que complica la ecuación: la gente ya no toma viajes como antes. “El bolsillo manda. Muchos esperan que haya promociones para tomar un Uber e ir a ver a un familiar. Si no, no pueden pagar ni un taxi. Entonces toman el Uber, buscan la vuelta como todos la estamos buscando”, afirma. 

La situación golpea incluso en lo emocional. “Uno se preocupa por no llevar el sustento a casa. Vivir en Comodoro es caro, ya de por sí. Y encima, rodar un auto todos los días tiene un costo altísimo”.

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José Luis remarca que Uber —aunque no esté legalizada formalmente— ya se instaló como un servicio habitual. “Prohibieron la aplicación en Comodoro, pero todo el mundo la adoptó. Es práctico. La gente especula con el precio. Si un remís sale tanto y Uber está en promoción, usan Uber. Es la realidad”.

Frente a este contexto, muchos conductores intentan organizarse: “Conozco muchas compañeras que son sostén de familia. Noelia, por ejemplo, que arrancó como yo, se metió en una cooperativa. Pero es difícil. Cuando tratamos de encuadrarnos legalmente, encontramos muchas trabas”.

José Luis concluye con una frase que resume el clima general en la calle: “Se nota, cada vez hay más gente vendiendo en las esquinas. En el centro, en Polonia, en las rotondas. Es lo que hay. Todo el mundo salió a la calle”.

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