El Día Mundial contra el Trabajo Infantil se celebra este jueves 12 de junio con el objetivo de visibilizar una de las problemáticas más graves que aún persisten a nivel global: la explotación laboral de niños, niñas y adolescentes. Esta fecha fue establecida por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en 2002 como una jornada de concientización y compromiso internacional para erradicar esta práctica, que vulnera derechos fundamentales como la educación, la salud y la protección infantil.
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La conmemoración cobra especial relevancia en 2025, año en el que los Estados miembros de la ONU se habían comprometido, a través de la meta 8.7 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, a eliminar las peores formas de trabajo infantil. Sin embargo, a pesar de algunos avances, la erradicación está lejos de concretarse.
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Según el último informe publicado por la OIT y UNICEF, en 2024 aún había casi 138 millones de niños sometidos al trabajo infantil, de los cuales más de 54 millones realizaban tareas consideradas peligrosas. Aunque desde 2020 la cifra disminuyó en 20 millones, los organismos advierten que el ritmo actual es insuficiente: para cumplir la meta global, el proceso debería acelerarse 11 veces más.
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El trabajo infantil no es un fenómeno aislado. Responde a múltiples causas estructurales: la pobreza, la falta de acceso a una educación de calidad, la exclusión social, la desigualdad de género y la debilidad de los sistemas de protección infantil. En muchas familias, los menores son empujados a trabajar para contribuir con el sustento básico, perpetuando así el ciclo intergeneracional de pobreza.
El sector agrícola concentra el 61% del trabajo infantil en el mundo, seguido por el de servicios (27%) —incluido el trabajo doméstico— y la industria (13%), donde los menores están expuestos a tareas como la minería o la fabricación. África Subsahariana encabeza la lista de regiones más afectadas, con cerca de 87 millones de niños trabajadores. América Latina y el Caribe, por su parte, registraron una leve disminución, de 8 a 7 millones de casos.
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Las organizaciones internacionales insisten en que la única vía efectiva para combatir esta problemática es mediante políticas integrales y sostenidas en el tiempo. Entre las medidas urgentes se destacan:
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Mayor inversión en protección social: subsidios universales por hijos, redes de seguridad para familias vulnerables, y programas de apoyo económico que eviten que los niños deban trabajar.
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Acceso universal a educación de calidad: especialmente en zonas rurales y en contextos de crisis.
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Fortalecimiento de los sistemas de protección infantil: para prevenir y actuar ante casos de explotación.
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Generación de empleo decente para adultos y jóvenes, garantizando que las familias puedan sostenerse sin necesidad del trabajo infantil.
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Compromiso del sector privado, promoviendo prácticas laborales responsables y comercio justo.
LV/fl