23, diciembre, 2024
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Preocupada por la persistencia de las discusiones políticas, la Iglesia pide «un diálogo entre todos, sin dejar a nadie afuera»

En tiempos de fuertes enfrentamientos entre el oficialismo y la oposición, la comisión de Pastoral Social -el organismo que se ocupa de la difusión de la doctrina social de la Iglesia en los ámbitos políticos, empresarios y sindicales- insistió con una constante prédica de los obispos: “la construcción del diálogo entre todos, sin dejar a nadie afuera”.

Fue en el Mensaje Final de la Semana Social 2024, que reunió en la sede de la Conferencia Episcopal, en Buenos Aires, a funcionarios, dirigentes de distintas fuerzas políticas y sociales, economistas y académicos, quienes durante dos días debatieron en torno al tema de “La dignidad humana y el desarrollo integral”.

En la apertura habló el arzobispo porteño, Jorge García Cuerva, y en los paneles se contaron, además de Torrendell, el cardenal Mario Poli en su caracter de presidente de la comisión de Educación de la Iglesia, y los ministros de Desarrollo Humano y Hábitat y de Salud de la Ciudad, Gabriel Mraída, y Fernán Quirós.

También expusieron los senadores Martín Lousteau y Maximiliano Abad y los economistas Carlos Melconian y Marina Del Pogetto; el director del Observatorio Social de la UCA, Agustín Salvia, y el politólogo Gustavo Marangoni, y la periodista Bernarda Llorente, entre otros.

En el texto la Pastoral Social que preside el obispo de Lomas de Zamora, Jorge Lugones, se señala que durante el encuentro “insistentemente escuchamos la necesidad de un Estado presente, renunciando a la autonomía absoluta del mercado para la recuperación sostenible y a largo plazo”.

Un Estado que debe tener tamaño adecuado y ordenado, pero que no puede desentenderse de los roles esenciales, como la educación pública”, dice el pronunciamiento conclusivo de un coloquio que contó con la presencia del secretario de Educación de la Nación, Carlos Torrendell.

En su llamado al diálogo, la Pastoral Social subraya que este debe ser “un dialogo social para la construcción de políticas de largo plazo, que salgan de la mirada corta en términos electorales”.

“Debemos recuperar el sentido de comunidad, superando los individualismos, fortaleciendo la organización comunitaria, las experiencias de salvación comunitaria, sabiendo que la realidad debe transformarse a diario en cada lugar del territorio”, precisa.

Además, advierte que el entramado social en la Argentina “está dividido, con lenguajes distintos que dificultan el diálogo”, por lo que consideró necesario “fortalecer la escucha” y “sumar las fuerzas en la diversidad”.

“Analizamos con preocupación una oscilación pendular de políticas económicas desde la recuperación de la democracia que no han logrado satisfacer la plena dignidad humana hasta ahora, sabiendo que democracia y derechos humanos son valores indivisibles”, señala.

“Escuchamos con dolor las cifras de la pobreza y la exclusión, tanto como del aumento del narcotráfico, de la inseguridad, la grave y preocupante baja de los índices de vacunación, la mayor penetración de las enfermedades en los barrios más pobres”, destaca.

La Iglesia reitera su reclamo de fortalecer las políticas de “integración socio urbana que cuiden y preserven a los más pobres para que no siga creciendo exponencialmente entre nuestros sectores más humildes el narcotráfico, la prostitución infantil, la trata de personas, la violencia brutal en los barrios y todas las formas de criminalidad organizada”.

Y sostiene que “son necesarias políticas buenas, estables, racionales y equitativas que afiancen la Justicia Social para que todos tengan tierra, techo, trabajo, un salario justo y los derechos sociales adecuados, para impedir la proliferación del descarte material y el descarte humano que va dejando a su paso violencia y desolación”.

Como sociedad hemos perdido la confianza en las instituciones, y con ello la capacidad del diálogo, aumentando la judicialización de los conflictos”, lamenta.

“Pedimos junto a la Virgen Reina de la Paz, que nos conceda la sabiduría del diálogo y la alegría de la esperanza que no defrauda, para que sigamos diciendo: ¡Argentina, canta y camina!”, concluye.

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