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El escenario como un ring de boxeo: proliferan obras con guantes sobre el cuadrilátero

Se presenta la obra “Fajense”, adaptación libre del cuento “Negro Ortega” de Abelardo Castillo, que puede verse los viernes a las 22 en Espacio Callejón.Maxi. Escrita y dirigida por Maxi Rofrano, cuenta con la participación de Agustín Monzón, nieto del mítico boxeador, y actuaciones de Leandro Orellano, Fabián Petroni, Federico Milman, Santiago Maurig y Lorenzo Martelli.

“El boxeador en decadencia es un ser golpeado pero que no se cae, reflejo de lo que estamos viviendo. Recibimos un golpe tras otro y pensamos que tenemos una chance más de resistir. Hay un paralelismo de cómo está la sociedad hoy”, dice Maxi Rofrano, autor y director de “Fajense”, una adaptación libre del cuento “Negro Ortega” de Abelardo Castillo, que se presenta los viernes a las 22 en Espacio Callejón.

La obra combina actuación, música en vivo y coreografía de boxeo para contar una historia de un boxeador al borde del retiro.

Cuenta con la participación de Agustín Monzón, nieto del mítico Carlos Monzón, y actuaciones de Leandro Orellano como Jacinto “El negro” Ortega, Fabián Petroni, Federico Milman, Santiago Maurig y Lorenzo Martelli. Conversamos con Rofrano.

Periodista: ¿Cuándo leíste este cuento de Abelardo Castillo y cómo surgió esta adaptación al teatro?

Maxi Rofrano: Este cuento lo leí en mi adolescencia , en el colegio te daban libros de cierta estructura literaria, no me encontraba muy a gusto leyéndolos hasta que encontré este en “El candelabro de plata y otros cuentos”, de Castillo. Con ese libro me enamoré de la lectura por gusto más que por obligación. Siempre me gustó mucho el fútbol y este cuento me interpeló. Este texto me conmovió para el final de cursada en la EMAD había que elegir un cuento y llevarlo a escena. Hubo mucho trabajo dramatúrgico y luego empecé con la puesta. Me gustaba la idea de poner a boxear a dos sobre el escenario, la belleza del pugilismo y el paralelismo entre el actor y el boxeador.

P.: Hay muchas obras de boxeadores en decadencia, ¿a qué lo atribuís?

M.R.: Viene acompañado de cierto fenómeno social, por un lado, hay muchos lugares para entrenar boxeo, que es un entrenamiento divertido y completo, ponerse los guantes y pegarle a una bolsa, mucha gente lo hace por ejercitarse con algo que no es aburrido. El boseo está en el aire. Y hace tiempo los influencers y youtubers reviven este deporte y hacen veladas donde ponen a pelear a distintos famosos y a entrenar durante un año, luego suben al ring y boxean. El boxeo recuperó la popularidad que tenía hace tiempo, de una forma nueva, no tanto a nivel profesional sino desde otro costado. Hay boxeadores muy buenos hoy pero hay un revivir del boxeo a nivel popular desde los influencers. A nivel teatral el boxeador en decadencia es un ser golpeado pero que no se cae, reflejo de lo que estamos viviendo. Recibimos un golpe tras otro y pensamos que tenemos una chance mas de resistir. Hay un paralelismo de cómo está la sociedad hoy. En general fueron monólogos que se vinculan con el mundo interior del boxeador generando lindos contrastes, son obras tiernas y bien logradas.

P.: Armaron una puesta con coreografía de boxeo y movimiento, ¿como lo trabajaron y como lo ve el público?

M.R.: Hay una pelea que nuclea la obra, los actores entrenaron un año para poder hacerla, cuando dominaron la técnica pasaron a una instancia de coreografía que está tomada dentro de lo que es el cuento. Hay detalles de la pelea tal cual están contados en el cuento, acoplamos lo que imaginó Castillo a los movimientos. Hay momentos rígidos donde se ejecuta desde los pies y después momentos libres donde guantean, hay boxeo real. La asistente es boxeadora y tiene el ojo puesto ahí para que no se desmadre la coreografía. El público asiste a un resumen de una pelea más allá del cuento llevado al teatro. Tiene una textura de los años 60 pero con ingredientes modernos de estos tiempos.

P.: ¿Qué temas aparecen en la obra?

M.R.: Si hacer las cosas por dinero u honor, esa dualidad está por encima de la obra. Si dejarse ganar en una pelea que le ofrecen en el Luna Park o ir por todo e intentar ganar más allá de perder la bolsa de dinero. Aparecen los dramas de la alta competencia, lo que es el deporte en general porque uno ve a los deportistas de elite y millonarios pero detrás está toda esa gente que intentó y no llegó. Aparece la dicotomía de cumplir un sueño a cambio de traicionar valores y cómo se ponen en jaque las creencias en pos del dinero. Hoy todo el tiempo hablamos de plata y en la obra se dicen que no todo es dinero.

P.: Cómo ves el teatro hoy?

M.R.: Destaco el abrazo al INT, atacado y al que se busca desmantelar, es precaria la situación del instituto. Lo veo caprichoso el ataque a la cultura, en contrapartida veo a los artistas intentando hacer las obras a pesar de todo, eso es conmovedor. Hay muchas historias que por más que intentan acallar los artistas y espacios de teatro están ahí bancando la parada. Es muy valiente desde el teatro argentino seguir sosteniendo la actividad. Hay obras buenísimas, de nivel altísimo, estamos en un lugar privilegiado y es un orgullo formar parte de este sector.

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