El INDEC publicó este viernes el Índice de Precios al Consumidor (IPC) de marzo y la inflación fue del 3,7%, muy por encima de lo que pronosticaban las consultoras y de lo que esperaba el propio Gobierno. ¿Qué sectores registraron los aumentos más fuertes y por qué por primera vez en un año el número a nivel nacional es más alto que el de la Ciudad de Buenos Aires?
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El plan económico –si es que se le puede llamar así– está crujiendo. Y es que sus dos patas fundamentales, el dólar y la inflación, comienzan a descontrolarse producto de las inconsistencias internas y de los sacudones geopolíticos externos. El dólar blue comenzó el año a $1.200 y ahora cotiza a $1.355, a pesar de que solo en el último mes el Banco Central vendió más de 2.000 millones para achicar la brecha.
Es en ese marco que el Gobierno espera con desesperación los 20.000 millones de dólares el FMI. Más deuda solo para mantener el dólar estabilizado y así seguir alentando importaciones, viajes al exterior y evitar una suba de la inflación antes de las elecciones.
Pero a pesar de esa estrategia, en marzo la inflación fue del 3,7%, lo que significa un aumento del 54,17% con respecto al mes de febrero, cuando el IPC fue del 2,4%. Este incremento exponencial se vio motorizado en gran parte por el 5,9% de aumento en Alimentos y Bebidas. Desde octubre del 2024 que el guarismo general no superaba el 3%.
El porqué del fuerte aumento de la inflación
Es fundamental comprender cómo se mide el IPC: el INDEC mide la evolución de los precios de un conjunto de bienes y servicios representativos del gasto de consumo de los hogares residentes en áreas urbanas.
Se toma como base la Encuesta Nacional de Gastos de los Hogares (ENGHO) 2004-2005, un relevamiento a nivel nacional en el que se comparararon ingresos y gastos de las familias en todo el país (qué y dónde compraban). Con esa información se armó una canasta de consumo cuya evolución de precios es la que define el IPC.
Pero al estar tan desactualizada esa canasta, las ponderaciones, o sea lo que el INDEC calcula que las familias gastan en promedio en cada rubro de la economía, quedó desactualizado. Hace 20 años no existían los servicios que hoy existen y los que sí existían no tenían el peso que hoy tienen.
Para calcular el IPC, el INDEC toma como base que en promedio las familias gastan el 10,46% de sus ingresos en Vivienda, agua, electricidad y otros combustibles, mientras que Alimentos y Bebidas representa un 23,44%. Y ahí está en gran parte la explicación a por qué la caída de la inflación fue tan abrupta en los meses anteriores y a por qué se recalentó en marzo.
Por la apertura indiscriminada de importaciones –que está produciendo cierre de empresas y despidos masivos ante la imposibilidad de competir–, la estabilidad cambiaria y la recesión económica, los precios de los alimentos eran los que menos aumentaban, siempre muy por debajo del IPC general.
Pero este mes Alimentos y Bebidas aumentó un 5,9%, muy por encima del número general. Este incremento se vio motorizado, principalmente, por Verduras, tubérculos y legumbres (39,5%) y Carnes y Derivados (6,2%).
Por otro lado, las alzas en las cuotas de los colegios provocaron que Educación sea el rubro que más aumentó, con 21,6%. Su ponderación es muy baja a nivel nacional, salvo en el AMBA donde llega al 3%, al ser la zona del país con más alumnos en colegios privados. En el tercer lugar aparece Prendas de Vestir y Calzado con un aumento del 4,6%: pondera entre el 8,5% y el 13% según la zona del país.
La comparación con el IPC de CABA
Es la primera vez desde mayo de 2024 que la inflación que mide el INDEC es más alta que la que publica la Ciudad de Buenos Aires. De hecho, el guarismo de CABA solía dar un 50% por encima del nacional. Este mes, por el contrario, dio 3,2%. Y es que CABA utiliza los datos de una Encuesta de Hogares mucho más reciente y actualizada, de 2017/18. Allí las subas en la comida tienen menor peso que en el dato del INDEC, pero aumenta el de servicios.
De esta manera, cuando los incrementos más fuertes sean los de alimentos y bebidas, lo más probable es que el número del INDEC sea más alto, mientras que si lo que aumenta son los servicios, será el de CABA.
La decisión de no actualizar la medición del INDEC es política. El propio presidente del ente estadístico, Marco Lavagna, aseguró hace unos meses que las modificaciones ya estaban preparadas. Pero desde el Ministerio de Economía, en su afán de mostrar una fuerte desacerelación de la inflación, tienen pisada la modificación. Con el índice de la Ciudad, solo en 2024 el IPC nacional hubiera sido de 15 puntos porcentuales más.
Actividad económica y consumo
El Gobierno utiliza el dólar, las importaciones y la recesión económica para mantener a raya la inflación. Es en ese marco que la Secretaría de Trabajo, por órdenes del Ministerio de Economía, no homologa aumentos salariales por encima del 1% mensual. Los salarios son un factor de ajuste para Milei.
Mientras tanto en el Gobierno festejan un supuesto repunte de la actividad económica, que según el Estimador mensual de actividad económica (EMAE) fue del 6,5% interanual en enero. Claro, contra enero de 2024, luego de la brutal megadevaluación y el posterior ajuste que congeló la economía.
Pero incluso esa “recuperación” es engañosa, ya que está empujada en su mayor parte por la categoría “Intermediación financiera”, que creció casi un 26%. La industria, el comercio y la construcción se encuentran por debajo de los niveles de noviembre de 2023, cuando los números ya eran preocupantes. Hoy son peores.
Prueba de esto son las históricas caídas en el consumo de carne vacuna, yerba mate y leche, de las últimas cosas en las que una familia ajusta. Hace unas semanas la consultora Scentia publicó un informe que revela que en febrero el consumo masivo se derrumbó casi un 10% con respecto al mismo mes de 2024.
Y todavía resta el sacudón cambiario que exigirá el FMI.