26, diciembre, 2024
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Los últimos en volver a clase y… adiós verano

Si hay algo que marca el final del verano en Córdoba, que oficialmente termina el 23 de septiembre, no es que se vaya el calor, que parece que aún nos acompañará un buen rato, ni la llegada de los más pequeños a clase. El dato relevante es el retorno de la actividad a los institutos y la Universidad, que se produce en la segunda quincena de septiembre. El reloj del curso empieza definitivamente ahora, coincidiendo con el final de la temporada en los cines de verano y el cierre de las últimas piscinas comunitarias, que alargan sus días de baño hasta que ellos se incorporan a clase.

Este lunes ha sido el primer día de clase oficial en la UCO, cuyas facultades abrieron a principios de mes para los exámenes pendientes y han realizado algunas presentaciones, pero que ahora dan el pistoletazo de salida. Rabanales era esta mañana un hervidero de gente desde bien temprano, con los trenes cargados de gente y el alumnado resplandeciente con sus mejores modelitos. «El look del primer día es muy importante», confesaba Vanesa, estudiante de primero, en la puerta del Aulario, a punto de entrar en el Aula Magna, «llevo toda la vida con uniforme, así que para mí es especialmente complicado, pero también es una liberación».

Entrar en la Universidad es un gran paso que se vive con una mezcla de ilusión y respeto. Jessica estudia primero de Derecho y hoy acudía a su primera clase. No conoce a nadie en la facultad, pero eso tampoco le preocupa. «No me da miedo, yo es que voy un poco a mi bola», comenta con una sonrisa. Tiene las cosas claras, algo que no es tan habitual a su edad. «»s una carrera que me interesa desde que acabé la ESO, me gustaría dedicarme a la Abogacía o montar una asesoría para empresas», comenta. Se ve que hay vocación aunque no haya familiares que se hayan dedicado a lo mismo. «Tuve un profesor abogado que me daba Economía y nos hablaba de su profesión y ahí me enganché», explica. El primer día no le ha defraudado. «Pensaba que iba a ser todo muy general y para nada, nos han explicado cosas concretas como que va a haber un seguimiento, los trabajos y demás». En los pasillos, un grupo de amigas espera la segunda clase. La copistería está a rebosar de gente. «Hay que comprar un libro y solo hay 80 ejemplares, así que estamos todos intentando tenerlo para no tener que esperar después», explican.

Alumnado, camino de clase, a primera hora de la mañana.

Alumnado, camino de clase, a primera hora de la mañana. / Ramón Azañón

Laura, Marta, María del Mar y Águeda están en segundo de Derecho y ADE y parece que la ilusión del primer año se va disipando con el tiempo. Alguna ha tenido que estudiar durante el verano. «No hay ganas de volver, la verdad, las vacaciones se hacen cortas», confiesan casi al unísono, «en primero, vienes que encantada, pero después la cosa cambia». En su caso, la presentación es más sucinta para ir directamente al grano.

El contraste con los nuevos es evidente. Javi empieza este año Derecho y ADE y está encantado con lo que se ha encontrado. Acude en moto a clase, acompañado por algunos conocidos y con los ojos bien abiertos para hacer nuevos amigos. La etapa del instituto queda ya atrás y eso mola. «Esperaba un ambiente más serio y me ha sorprendido para bien», comenta. Tiene buenas notas y su ilusión es acabar la carrera y preparar oposiciones a Notaría. «El verano ha sido movidito, he estado en muchos sitios y ahora vengo con las pilas puestas».

En Filosofía y Letras, el ambiente es muy parecido, con los pasillos cargados de estudiantes que van y vienen de un lado a otro y las cafeterías, la del centro y las de los alrededores, llenas de jóvenes. Eugenia y Andrea son dos amigas de primero de Traducción e Interpretación y vienen exultantes de energía. «Los días de presentación veníamos muy nerviosas, pero nos sirvieron para abrirnos socialmente», explica Andrea, que ya se ha presentado a delegada de clase. Unos días después, ya tienen pandilla y todo. «Es que somos muy extrovertidas», comentan. Eligieron la carrera porque les encantan los idiomas y tienen muchas salidas. Tienen horario de tarde, pero por la mañana ya andan danzando por el centro. «Estamos con el papeleo», dicen. «Hay muy buen rollo con la gente de aquí, aún nos queda conocer a los profesores y estamos impacientes».

En la puerta, un grupo de alumnos de primero de Historia comentan la primera clase de Tendencias. «El profesor está loco, pero me gusta, se le entiende», comenta. Según les han dicho la asignatura es dura, pero eso no les resta ilusión. Uno de ellos, Javi, tiene claro que quiere «hacer la carrera, luego el máster de Educación y acabar de profesor de instituto». En su cabeza, todo está muy claro. «Mis profesores de Historia siempre fueron muy enrollados, es la única asignatura que se me daba bien y yo quiero ser uno de ellos, esa es mi ilusión». Es de un pueblo de Córdoba, pero tiene verborrea suficiente para hablar «con quien sea». Ya tiene amigos, otros dos chavales tan entusiasmados como él, uno con vocación de profe y el otro de arqueólogo. El verano ya no les interesa. Empieza otra etapa y hay que aprovecharla.

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